lunes, 8 de septiembre de 2014

Capítulo 03. "No somos amigos."


3
Toda la tarde había estado pensando en él, Namjoon. En su sonrisa, ojos, risa, aroma, todo de él era absolutamente perfecto –al menos, para mí lo era– y me había quedado enganchada con él y su dulzura.
No creo en el amor a primera vista y sabía que eso no era lo que sentía por él. Por Dios, acababa de conocerlo, sería de locos que me empezara a gustar. No sabía nada de él y las personas nunca son lo que aparentan.
Pero mi sexto sentido me decía que él era un caso especial, alguien muy especial.
Me pregunto cómo será su lado oscuro, qué oculta tras su brillante sonrisa…” Pensé mientras cerraba mis ojos.
La puerta de abajo se abrió rápidamente. Eso indicaba que mi madre acababa de llegar de su larga y pesada jornada de trabajo, tenía entendido que trabajaba como personal de limpieza en la casa de una familia rica y que hace poco le pagaban dinero extra por enseñar clases español a sus hijos. Rápidamente bajé de la cama y salí corriendo a darle la bienvenida. Ella me sonrió levemente, en su rostro se podía apreciar el cansancio, y se dirigió a la cocina. Yo tomé asiento en el sofá mientras me hacía con el mando de la televisión.
—¿Tú padre aún no ha llegado? —preguntó desde la cocina.
—No, llamó para decir que se quedaría tiempo extra para ganarse al jefe o algo así. —dije arrastrando las palabras. Por su parte, mi padre era cocinero y había conseguido un contrato indefinido en un restaurante internacional, pues tanto mi padre como nosotras no teníamos idea de comidas coreanas.
—¿Quieres cenar ya? —preguntó mientras se asomaba por la puerta.
—No tengo hambre —contesté desganada mientras pasaba los canales.
—Ya hemos hablado de eso. Tienes que comer más…
—Mamá —la corté—, que tú no me veas comer no significa que no lo haga. Si ahora no tengo hambre es porque de camino compré unos dulces y me los acabo de comer. No te preocupes por mí, tienes cosas más importantes de las que ocuparte.
Ella asintió y fue directa al baño. Como esperaba no me preguntó sobre mi primer día. Mastiqué un poco de chicle que aún conservaba en mi boca y una loca idea cruzó por mi mente. Apagué la TV sin pensarlo dos veces, ya tendría tiempo de ver televisión coreana en otro momento.
—¡Voy a salir! —no obtuve respuesta.
Tomé unas llaves y salí de forma sigilosa. Un aire templado característico de la noche me advirtió de que esta noche haría algo de fresco, la misma sensación que esta mañana.
Comencé a caminar sin rumbo alguno, observando mis pies. Tan solo tenía ganas de salir para despejarme y familiarizarme más con la zona. A lo lejos vi como una farola algo dañada alumbraba un descampado típico de los barrios. No debería alejarme tanto pero ya no había vuelta atrás, la curiosidad pudo conmigo y ya estaba cerca del lugar. Ser curiosa era un gran, gran defecto.
Me detuve de golpe. El sonido de una pelota chocando contra la tierra me alarmó. ¿Es posible de que haya niños a esta hora? Cuando estuve lo suficientemente cerca me di cuenta que había un chico jugando con una canasta de baloncesto desgastada y vieja. Me quedé observándolo y cuando este se giró velozmente mis piernas comenzaron a temblar. Era Suga.
Tragué saliva mientras le mantenía la mirada. Sabía que no era mal chico, tan solo no era especialmente social pero aun así su presencia era algo intimidante, todo lo contrario a Namjoon.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó indiferente a la vez que llevaba una de sus manos a su gorra y se la volvía a acomodar.
—Vivo cerca y estaba paseando —dije rápidamente y al instante me arrepentí, no tengo porque darle explicaciones, ¿Qué estoy haciendo?
Asintió mientras recogía la pelota del suelo y salía pasando por mi lado rozando mi hombro.
—¿Te vas ya? —pregunté mientras lo detenía tomándolo de un brazo, estaba cálido, rápidamente lo solté.
—¿Acaso te importa? —contestó mientras se giraba hacia mí y daba una ojeada al lugar donde antes me había atrevido a tocarlo.
La luz de la farola vieja me permitió observarlo con más detalle. Sus ojos se veían especialmente llamativos por la noche. Sus labios estaban ligeramente radiantes, como si los hubiera lamido no hace mucho tiempo. Su pelo ahora lo cubría una gorra negra de cuero pero aun así podía distinguir su color rojizo característico.
—Parece que vivimos cerca… ¿Por qué no intentas ser más simpático?
—Escucha —espetó mientras dejaba caer la pelota forzosamente de sus manos y se acercaba imprudente—, no somos amigos, no me gusta que creas que porque hayas caminado algo conmigo te sientas en el derecho de hablarme con confianza. No te conozco. ¿De qué serviría ser simpático contigo?
—Antes… no te agradecí por ayudarme con esos chicos. Gracias —me atreví a contestar ignorando completamente su acusación anterior.
—¿Es por eso? —rió cínicamente para después expresar—: lo hice porque odio a esos mocosos, son ruidosos y pesados.
—¡Pero me defendiste! ¡Al menos acepta mis gracias! —grité con fastidio.
Él se sorprendió y por primera vez esquivó mi mirada.
—Después de todo soy humano, cualquier chico en mi situación habría hecho lo mismo…
Sonreí instintivamente pensando en que por una vez había bajado la guardia. Su mirada volvió a encontrarse con la mía y la mantuvo unos segundos.
—Mañana, ¿puedo volver a acompañarte en el camino? —indagué sonriendo, él volvió a sorprenderse por mi atrevida propuesta.
—Ya sabes el camino —contestó mientras se volteaba dándome la espalda.
—¿Eso es un no?
Haz lo que quieras.
Podría jurar que estaba sonriendo, me daba la espalda pero lo sabía por su tono de voz y sus mejillas elevadas. Mi imaginación podría ser traicionera pero lo sentía.
—Deberías irte ya, estas calles son peligrosas por la noche —ultimó mientras se alejaba, yo accedí asintiendo. Me pareció lindo que se preocupara.
Comencé a alejarme por el lado contrario. Al llegar a mi casa mi madre se había acostado a dormir, ni siquiera notó que había estado fuera, nada nuevo. Por el contrario mi padre había llegado unos minutos antes y debido a eso recibí una reprimenda de su parte por salir de noche.  Sinceramente lo último que me importaba en ese momento era que me secuestraran y vendieran mis órganos en el mercado negro, como había señalado él.
Subí directa a dormir, los parpados me pesaban y había sido un día verdaderamente largo.
Finalmente me tumbé en la cama y la imagen de Alma llegó a mi mente. Mi “amiga” se había mudado dos años antes a Japón.
Decidí perder todo contacto con ella desde que  llegué a Corea porque planeaba borrarla de mi memoria. Las relaciones a distancia nunca funcionan y prefiero romper todos mis contactos ahora antes de que poco a poco se olviden de mí y empecemos a convertirnos en desconocidos, es mucho peor. Me había pasado antes y no planeaba volver a repetir la experiencia, no ahora que en lo único que quería centrarme era en empezar de nuevo.
Entré en el baño y me puse el ligero pijama –que pocas veces usaba– y me tumbé en mi incómoda cama dispuesta a dormir.
                                                            _-_-_-_-_-_-
Sentía el sudor en mi frente mientras corría calle abajo para tomar un atajo a la estación de autobuses. Ayer me pareció que Suga aceptó a acompañarlo y esta mañana me había dormido, es posible que aún me estuviese esperando e inevitablemente eso formaba un nudo en mi estómago. Rogaba a mis piernas correr más y cuando divise la estación a lo lejos vi al segundo autobús partir, en ese momento me detuve rendida.
—Lo siento tanto, Suga —dije mientras cubría mi cara con mis manos. Mi respiración estaba entrecortada de correr y mi cuerpo adolorido. Comencé a caminar para acercarme más al desocupado lugar cabizbaja y al levantar mi mirada, para mi sorpresa, lo vi. Aun no se había ido. No estaba solo, una chica lo acompañaba.
Me escondí detrás de una máquina expendedora para espiar la situación. Ella le entregaba una carta y a cien metros de distancia se notaba lo sonrojada que estaba. Me enterneció pensar que estaba siendo testigo de una confesión.
—Lo lamento pero no puedo aceptarla, ni a la carta ni a tus sentimientos. Perdón —expresó Suga con una voz dura y directa. La chica salió corriendo con lágrimas bajando por sus mejillas que hizo que hasta yo sintiera lástima—. Eso ha tomado mucho tiempo… ya es muy tarde.
Estudié la situación por un momento: Suga no se veía para nada nervioso, todo lo contrario parecía muy decidido y con experiencia. El rechazo fue natural, tan solo soltó las palabras improvisadamente sin pararse a pensarlas. Eso nos lleva a un punto…
Suga es popular entre las chicas y está acostumbrado a este tipo de situaciones. “Me impresiona saber lo estúpida que soy para actuar de esta forma” Reí de mi propio pensamiento.
—¿Cuándo planeas salir de allí, uh? —lo escuché mencionar, contuve la respiración y me acomodé mejor detrás de la máquina. ¿Sabía que estaba aquí? ¡Qué vergüenza!—. Si no salimos ahora no llegaremos a la tercera hora, así que sal o me iré sin ti.
Volví a permanecer en silencio, por alguna razón no podía hablar.
—¡____ no me hagas ir a por ti! —gritó con hastío. La segunda vez que pronunciaba mi nombre y se sentía tan bien. En ese momento reaccioné, lo tenía enfrente.
—¿Cómo sabias que estaba aquí? —pregunté de forma suspicaz.
—Lo haces muy evidente, ahora vámonos.
—¿A dónde?
—¡Al circo! —gritó sarcástico, alguien no estaba de humor, viniendo de Suga ya no me sorprende—. Iremos caminando.
Entrecerré mis ojos e intenté seguir su apresurado paso. Apenas había gente en la calle, llegábamos tarde, MUY tarde.
—Hoy estás más borde que ayer, ¿Qué pasó?
Soy confianzuda, lo admito pero es un defecto con el que tendré que vivir. Curiosa y confianzuda, esos tan solo son dos. Esperaba que Suga me ignorara pero me sorprendió cuando me contestó:
—Olvidé mis auriculares —gruñó. 
Me reí y el me miró frunciendo el ceño. Mis pies estaban acabados y mi talón me dolía exageradamente. Suga también parecía cansado. Si tomábamos autobuses era por una razón, la lejanía era insostenible.
—¡Tomemos un descanso! —clamé mientras lo detenía colgándome de su mochila. Suga asintió y nos sentamos en el banco más cercano. No me miraba tan solo bebía de una botella de agua que sacó de su mochila—. ¿Me das un poco? Creo que moriré de sed.
—No, me queda muy poca —dijo mirándome por el rabillo del ojo. No le hice caso y se la quité de las manos, del movimiento casi se le cae el agua encima. Me dirigió una mirada asesina y yo le contesté con una dulce sonrisa.
—Eres una rarita… —me encogí de hombros y llevé la botella a mis labios.
Mientras bebía abrí los ojos como platos y paré en seco. ¡Acabábamos de compartir un beso indirecto! Casi me ahogo con el agua y la botella se me resbaló de las manos causando que me mojara el uniforme. Entonces escuché una melodiosa y seca risa que hizo que, incluso, olvidara mi nombre. Me giré y lo vi sonreír, fue como una bendición –¿Exagerada? ¿Yo? – Su sonrisa era perfecta y única e inevitablemente duplicaba su belleza.
Mis mejillas se sonrojaron inmediatamente y agradecí que sonriese con los ojos cerrados.
—No se puede ser más tonta —apuntó sin parar de reír.
Lo empujé desde su hombro y le devolví la botella vacía.
                                                            _-_-_-_-_-_-
Conseguimos llegar a la tercera clase, tal y como él había deducido.
Se lo agradecí.
Ahora no volvería a ansiar ser su amiga de forma tan insistente, sentía que oficialmente lo aborrecía. ¿Por qué? Después de esa entretenida y divertida experiencia Suga dejó claro que no quería que nos volviésemos a ver para ir juntos a clase y, de forma muy grotesca e impensada, que no éramos amigos ni nada que se le asimilase a la palabra, justo como la noche anterior. Él no aspiraba a entrelazar lazos conmigo, de ningún tipo, y yo dejaría de fraternizar con él de forma decisiva por esa razón. “Claramente, no eres un chico fácil” pensé.
Por otra parte estaba sola. Ni siquiera sabía que considerar a Namjoon, amigo, conocido, presidente, rey, un dios del Olimpo… No lo había visto desde ayer y el descanso estaba a punto de concluir. Comencé a jugar con mis manos mientras observaba a los alumnos de mí alrededor, hoy rumoreaban sobre mí, incluso había oído algunos comentarios racistas. Les quité importancia, no necesitaba su gratitud.
Como si lo hubiese implorado Namjoon pasó con sus amigos por mi pasillo, mientras reían y bromeaban creaban un gran bullicio y conseguían destacar en el tumulto de gente. El sobresalto fue inmediato cuando vi a Suga a su lado.
¿Cómo no me había dado cuenta? Quizás porque Suga sonreía de forma muy sincera y no lo creía tan divertido o quizás porque todo este tiempo estaba muy ocupada admirando la encantadora sonrisa de Namjoon que no presté mucha atención a sus compañías.
Suga sintió mi mirada y se giró. Nuestro continuo contacto visual volvió a surgir, su radiante sonrisa lentamente se borró mientras mantenía sus ojos en mí. Namjoon se dio cuenta y siguió su mirada, reconociéndome de inmediato. Se giró para hablar con sus amigos y Suga no parecía muy contento.
Algo me dijo que no pasaría por alto mi presencia y que se acercaría, y esta vez, no vendría solo. 
In-ae. {extremix Web Developer

Morbi aliquam fringilla nisl. Pellentesque eleifend condimentum tellus, vel vulputate tortor malesuada sit amet. Aliquam vel vestibulum metus. Aenean ut mi aucto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario