-No hables con nadie.
-No mires a nadie.
-No vayas a ningún lado.
-No te sientes mal.
-No alces la mano.
-No vayas al baño.
-Y sobre todo NO destaques.
Ese había sido mi manual de supervivencia escolar hasta que entré en preparatoria. Pero eso se acabó, los amigos de siempre, el instituto de siempre y la vida de siempre se esfumaron cuando me trasladé a Corea del Sur. Dónde para mi mala suerte, los conocí.
Kim Namjoon, por fuera, un chico tranquilo, atrayente, pacífico, responsable y genial al que todos admiran e idolatran. Descubrí que la multitud lo llamaba "Rap Monster" y comprobé que hacía honor a su nombre cuando lo escuché rapear por primera vez. Fue cuando me reveló la otra cara de la moneda: indiferente, controlador e increíblemente honesto. Después estaba la ruina de las adolescentes, Min Yoongi, mejor conocido como Suga: un chico silencioso, talentoso, inteligente, atractivo y con estilo. Suga era fielmente lo que exhibía y a la gente le gustaba esa naturalidad en él. El problema era que a él no le gustaba la gente y tan solo hablaba con personas contadas con los de dedos de una mano.
Ambos eran amigos cercanos y por alguna confusa y simple razón les parecía "interesante".
Dos raperos enfrentados por una extranjera, ¿acaso puede salir algo bueno de eso?
|Portada: @extremix.|
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