lunes, 8 de septiembre de 2014

Capítulo 03. "No somos amigos."

3
Toda la tarde había estado pensando en él, Namjoon. En su sonrisa, ojos, risa, aroma, todo de él era absolutamente perfecto –al menos, para mí lo era– y me había quedado enganchada con él y su dulzura.
No creo en el amor a primera vista y sabía que eso no era lo que sentía por él. Por Dios, acababa de conocerlo, sería de locos que me empezara a gustar. No sabía nada de él y las personas nunca son lo que aparentan.
Pero mi sexto sentido me decía que él era un caso especial, alguien muy especial.
Me pregunto cómo será su lado oscuro, qué oculta tras su brillante sonrisa…” Pensé mientras cerraba mis ojos.
La puerta de abajo se abrió rápidamente. Eso indicaba que mi madre acababa de llegar de su larga y pesada jornada de trabajo, tenía entendido que trabajaba como personal de limpieza en la casa de una familia rica y que hace poco le pagaban dinero extra por enseñar clases español a sus hijos. Rápidamente bajé de la cama y salí corriendo a darle la bienvenida. Ella me sonrió levemente, en su rostro se podía apreciar el cansancio, y se dirigió a la cocina. Yo tomé asiento en el sofá mientras me hacía con el mando de la televisión.
—¿Tú padre aún no ha llegado? —preguntó desde la cocina.
—No, llamó para decir que se quedaría tiempo extra para ganarse al jefe o algo así. —dije arrastrando las palabras. Por su parte, mi padre era cocinero y había conseguido un contrato indefinido en un restaurante internacional, pues tanto mi padre como nosotras no teníamos idea de comidas coreanas.
—¿Quieres cenar ya? —preguntó mientras se asomaba por la puerta.
—No tengo hambre —contesté desganada mientras pasaba los canales.
—Ya hemos hablado de eso. Tienes que comer más…
—Mamá —la corté—, que tú no me veas comer no significa que no lo haga. Si ahora no tengo hambre es porque de camino compré unos dulces y me los acabo de comer. No te preocupes por mí, tienes cosas más importantes de las que ocuparte.
Ella asintió y fue directa al baño. Como esperaba no me preguntó sobre mi primer día. Mastiqué un poco de chicle que aún conservaba en mi boca y una loca idea cruzó por mi mente. Apagué la TV sin pensarlo dos veces, ya tendría tiempo de ver televisión coreana en otro momento.
—¡Voy a salir! —no obtuve respuesta.
Tomé unas llaves y salí de forma sigilosa. Un aire templado característico de la noche me advirtió de que esta noche haría algo de fresco, la misma sensación que esta mañana.
Comencé a caminar sin rumbo alguno, observando mis pies. Tan solo tenía ganas de salir para despejarme y familiarizarme más con la zona. A lo lejos vi como una farola algo dañada alumbraba un descampado típico de los barrios. No debería alejarme tanto pero ya no había vuelta atrás, la curiosidad pudo conmigo y ya estaba cerca del lugar. Ser curiosa era un gran, gran defecto.
Me detuve de golpe. El sonido de una pelota chocando contra la tierra me alarmó. ¿Es posible de que haya niños a esta hora? Cuando estuve lo suficientemente cerca me di cuenta que había un chico jugando con una canasta de baloncesto desgastada y vieja. Me quedé observándolo y cuando este se giró velozmente mis piernas comenzaron a temblar. Era Suga.
Tragué saliva mientras le mantenía la mirada. Sabía que no era mal chico, tan solo no era especialmente social pero aun así su presencia era algo intimidante, todo lo contrario a Namjoon.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó indiferente a la vez que llevaba una de sus manos a su gorra y se la volvía a acomodar.
—Vivo cerca y estaba paseando —dije rápidamente y al instante me arrepentí, no tengo porque darle explicaciones, ¿Qué estoy haciendo?
Asintió mientras recogía la pelota del suelo y salía pasando por mi lado rozando mi hombro.
—¿Te vas ya? —pregunté mientras lo detenía tomándolo de un brazo, estaba cálido, rápidamente lo solté.
—¿Acaso te importa? —contestó mientras se giraba hacia mí y daba una ojeada al lugar donde antes me había atrevido a tocarlo.
La luz de la farola vieja me permitió observarlo con más detalle. Sus ojos se veían especialmente llamativos por la noche. Sus labios estaban ligeramente radiantes, como si los hubiera lamido no hace mucho tiempo. Su pelo ahora lo cubría una gorra negra de cuero pero aun así podía distinguir su color rojizo característico.
—Parece que vivimos cerca… ¿Por qué no intentas ser más simpático?
—Escucha —espetó mientras dejaba caer la pelota forzosamente de sus manos y se acercaba imprudente—, no somos amigos, no me gusta que creas que porque hayas caminado algo conmigo te sientas en el derecho de hablarme con confianza. No te conozco. ¿De qué serviría ser simpático contigo?
—Antes… no te agradecí por ayudarme con esos chicos. Gracias —me atreví a contestar ignorando completamente su acusación anterior.
—¿Es por eso? —rió cínicamente para después expresar—: lo hice porque odio a esos mocosos, son ruidosos y pesados.
—¡Pero me defendiste! ¡Al menos acepta mis gracias! —grité con fastidio.
Él se sorprendió y por primera vez esquivó mi mirada.
—Después de todo soy humano, cualquier chico en mi situación habría hecho lo mismo…
Sonreí instintivamente pensando en que por una vez había bajado la guardia. Su mirada volvió a encontrarse con la mía y la mantuvo unos segundos.
—Mañana, ¿puedo volver a acompañarte en el camino? —indagué sonriendo, él volvió a sorprenderse por mi atrevida propuesta.
—Ya sabes el camino —contestó mientras se volteaba dándome la espalda.
—¿Eso es un no?
Haz lo que quieras.
Podría jurar que estaba sonriendo, me daba la espalda pero lo sabía por su tono de voz y sus mejillas elevadas. Mi imaginación podría ser traicionera pero lo sentía.
—Deberías irte ya, estas calles son peligrosas por la noche —ultimó mientras se alejaba, yo accedí asintiendo. Me pareció lindo que se preocupara.
Comencé a alejarme por el lado contrario. Al llegar a mi casa mi madre se había acostado a dormir, ni siquiera notó que había estado fuera, nada nuevo. Por el contrario mi padre había llegado unos minutos antes y debido a eso recibí una reprimenda de su parte por salir de noche.  Sinceramente lo último que me importaba en ese momento era que me secuestraran y vendieran mis órganos en el mercado negro, como había señalado él.
Subí directa a dormir, los parpados me pesaban y había sido un día verdaderamente largo.
Finalmente me tumbé en la cama y la imagen de Alma llegó a mi mente. Mi “amiga” se había mudado dos años antes a Japón.
Decidí perder todo contacto con ella desde que  llegué a Corea porque planeaba borrarla de mi memoria. Las relaciones a distancia nunca funcionan y prefiero romper todos mis contactos ahora antes de que poco a poco se olviden de mí y empecemos a convertirnos en desconocidos, es mucho peor. Me había pasado antes y no planeaba volver a repetir la experiencia, no ahora que en lo único que quería centrarme era en empezar de nuevo.
Entré en el baño y me puse el ligero pijama –que pocas veces usaba– y me tumbé en mi incómoda cama dispuesta a dormir.
                                                            _-_-_-_-_-_-
Sentía el sudor en mi frente mientras corría calle abajo para tomar un atajo a la estación de autobuses. Ayer me pareció que Suga aceptó a acompañarlo y esta mañana me había dormido, es posible que aún me estuviese esperando e inevitablemente eso formaba un nudo en mi estómago. Rogaba a mis piernas correr más y cuando divise la estación a lo lejos vi al segundo autobús partir, en ese momento me detuve rendida.
—Lo siento tanto, Suga —dije mientras cubría mi cara con mis manos. Mi respiración estaba entrecortada de correr y mi cuerpo adolorido. Comencé a caminar para acercarme más al desocupado lugar cabizbaja y al levantar mi mirada, para mi sorpresa, lo vi. Aun no se había ido. No estaba solo, una chica lo acompañaba.
Me escondí detrás de una máquina expendedora para espiar la situación. Ella le entregaba una carta y a cien metros de distancia se notaba lo sonrojada que estaba. Me enterneció pensar que estaba siendo testigo de una confesión.
—Lo lamento pero no puedo aceptarla, ni a la carta ni a tus sentimientos. Perdón —expresó Suga con una voz dura y directa. La chica salió corriendo con lágrimas bajando por sus mejillas que hizo que hasta yo sintiera lástima—. Eso ha tomado mucho tiempo… ya es muy tarde.
Estudié la situación por un momento: Suga no se veía para nada nervioso, todo lo contrario parecía muy decidido y con experiencia. El rechazo fue natural, tan solo soltó las palabras improvisadamente sin pararse a pensarlas. Eso nos lleva a un punto…
Suga es popular entre las chicas y está acostumbrado a este tipo de situaciones. “Me impresiona saber lo estúpida que soy para actuar de esta forma” Reí de mi propio pensamiento.
—¿Cuándo planeas salir de allí, uh? —lo escuché mencionar, contuve la respiración y me acomodé mejor detrás de la máquina. ¿Sabía que estaba aquí? ¡Qué vergüenza!—. Si no salimos ahora no llegaremos a la tercera hora, así que sal o me iré sin ti.
Volví a permanecer en silencio, por alguna razón no podía hablar.
—¡____ no me hagas ir a por ti! —gritó con hastío. La segunda vez que pronunciaba mi nombre y se sentía tan bien. En ese momento reaccioné, lo tenía enfrente.
—¿Cómo sabias que estaba aquí? —pregunté de forma suspicaz.
—Lo haces muy evidente, ahora vámonos.
—¿A dónde?
—¡Al circo! —gritó sarcástico, alguien no estaba de humor, viniendo de Suga ya no me sorprende—. Iremos caminando.
Entrecerré mis ojos e intenté seguir su apresurado paso. Apenas había gente en la calle, llegábamos tarde, MUY tarde.
—Hoy estás más borde que ayer, ¿Qué pasó?
Soy confianzuda, lo admito pero es un defecto con el que tendré que vivir. Curiosa y confianzuda, esos tan solo son dos. Esperaba que Suga me ignorara pero me sorprendió cuando me contestó:
—Olvidé mis auriculares —gruñó. 
Me reí y el me miró frunciendo el ceño. Mis pies estaban acabados y mi talón me dolía exageradamente. Suga también parecía cansado. Si tomábamos autobuses era por una razón, la lejanía era insostenible.
—¡Tomemos un descanso! —clamé mientras lo detenía colgándome de su mochila. Suga asintió y nos sentamos en el banco más cercano. No me miraba tan solo bebía de una botella de agua que sacó de su mochila—. ¿Me das un poco? Creo que moriré de sed.
—No, me queda muy poca —dijo mirándome por el rabillo del ojo. No le hice caso y se la quité de las manos, del movimiento casi se le cae el agua encima. Me dirigió una mirada asesina y yo le contesté con una dulce sonrisa.
—Eres una rarita… —me encogí de hombros y llevé la botella a mis labios.
Mientras bebía abrí los ojos como platos y paré en seco. ¡Acabábamos de compartir un beso indirecto! Casi me ahogo con el agua y la botella se me resbaló de las manos causando que me mojara el uniforme. Entonces escuché una melodiosa y seca risa que hizo que, incluso, olvidara mi nombre. Me giré y lo vi sonreír, fue como una bendición –¿Exagerada? ¿Yo? – Su sonrisa era perfecta y única e inevitablemente duplicaba su belleza.
Mis mejillas se sonrojaron inmediatamente y agradecí que sonriese con los ojos cerrados.
—No se puede ser más tonta —apuntó sin parar de reír.
Lo empujé desde su hombro y le devolví la botella vacía.
                                                            _-_-_-_-_-_-
Conseguimos llegar a la tercera clase, tal y como él había deducido.
Se lo agradecí.
Ahora no volvería a ansiar ser su amiga de forma tan insistente, sentía que oficialmente lo aborrecía. ¿Por qué? Después de esa entretenida y divertida experiencia Suga dejó claro que no quería que nos volviésemos a ver para ir juntos a clase y, de forma muy grotesca e impensada, que no éramos amigos ni nada que se le asimilase a la palabra, justo como la noche anterior. Él no aspiraba a entrelazar lazos conmigo, de ningún tipo, y yo dejaría de fraternizar con él de forma decisiva por esa razón. “Claramente, no eres un chico fácil” pensé.
Por otra parte estaba sola. Ni siquiera sabía que considerar a Namjoon, amigo, conocido, presidente, rey, un dios del Olimpo… No lo había visto desde ayer y el descanso estaba a punto de concluir. Comencé a jugar con mis manos mientras observaba a los alumnos de mí alrededor, hoy rumoreaban sobre mí, incluso había oído algunos comentarios racistas. Les quité importancia, no necesitaba su gratitud.
Como si lo hubiese implorado Namjoon pasó con sus amigos por mi pasillo, mientras reían y bromeaban creaban un gran bullicio y conseguían destacar en el tumulto de gente. El sobresalto fue inmediato cuando vi a Suga a su lado.
¿Cómo no me había dado cuenta? Quizás porque Suga sonreía de forma muy sincera y no lo creía tan divertido o quizás porque todo este tiempo estaba muy ocupada admirando la encantadora sonrisa de Namjoon que no presté mucha atención a sus compañías.
Suga sintió mi mirada y se giró. Nuestro continuo contacto visual volvió a surgir, su radiante sonrisa lentamente se borró mientras mantenía sus ojos en mí. Namjoon se dio cuenta y siguió su mirada, reconociéndome de inmediato. Se giró para hablar con sus amigos y Suga no parecía muy contento.
Algo me dijo que no pasaría por alto mi presencia y que se acercaría, y esta vez, no vendría solo. 

viernes, 5 de septiembre de 2014

Trust Issues. »j-hope y tú.

Trust Issues »j-hope y tú.

Introducción.
Mi relación con Hoseok se estaba reduciendo a cenizas.
Mis celos se convirtieron en el problema inicial cuando empezó a verse con ella. Según él: una antigua amiga cercana que se estaba reinstalando en la ciudad.
Comencé a darme cuenta que pasaba más tiempo con ella que conmigo, su novia, y eso lograba quemarme por dentro a tal punto de confundirme. Cuando quería hablar con él del asunto me ignoraba o terminábamos en una dolorosa discusión.
Fue cuando empezaron mis problemas de confianza


Historia corta.
|Portada y obra por: @extremix|

sábado, 23 de agosto de 2014

Capítulo 02. "¿Necesitas ayuda?"

2
—¿Y bien? —espetó con fastidio.
Tragué saliva intentando que mis nervios no se notaran. El mantenía sus ojos en mí sin ningún tipo de pudor. Apenas podía mantenerle la mirada. Nunca había estado tan cerca de un chico y mucho menos de un chico tan atractivo. Las piernas me temblaban y en cualquier momento saldría corriendo.
—Soy nueva aquí y no conozco nada ni a nadie —expliqué mientras jugaba con mis dedos y bajaba la mirada avergonzada—, creo que vamos al mismo instituto… Siento mucho haberte molestado.
—No te disculpes, da igual.
Rápidamente lo miré. Su tono se había tranquilizado, sonaba algo cansado. Giró sobre sus pasos y comenzó a salir del callejón. Lo observé marcharse y por un momento me entristecí, pensé que podría haber hecho mi primer amigo. En cualquier caso estaba agradecida con él, probablemente haberme sacado de ese aprieto antes no había significado nada para él pero me ayudó.
Haber estado tan cerca de él me había avergonzado más de lo que debería, creo que mi cara aún seguía roja.
¿Piensas quedarte ahí parada mucho tiempo? —gritó Suga observándome por el rabillo del ojo. Él se había detenido a esperarme. Inconscientemente una sonrisa se dibujó en mis labios.
Corrí hasta llegar a su lado, lo miré por última vez y comenzamos a caminar juntos, uno al lado del otro.
Seguramente él piensa que soy una loca.” No lo culparía, yo jamás permitiría a un chico acompañarme después de haberlo descubierto siguiéndome y él lo hizo. Sé que le di lastima pero era la primera persona que había sido “agradable” conmigo aquí.
—Gracias por dejarme acompañarte, soy _____ —sonreí abiertamente en su dirección tratando de sonar lo más simpática posible. Pero él no me contestó, ni siquiera se tomó la molestia de mirarme.
Eso me desilusionó, de nuevo. Definitivamente era alguien difícil, muy difícil.
                                                            _-_-_-_-_-_-
En todo el camino se pudo apreciar el silencio, ninguno de los dos decía algo. Él no había tardado en ponerse sus auriculares y yo no podía evitar preguntarme qué clase de música le gustaba. Llegamos a las puertas de la institución y el aceleró el paso para entrar solo.
—¡Espera! —paró en seco dándome a entender que había logrado captar su atención—. Te llaman Suga, ¿verdad?
Sin girarse asintió y continuó su camino hacia el interior. Observé su silueta desaparecer entre la gente, su cabello destacaba ahí, parecía un modelo de revista.
Presté atención a mí alrededor para darme cuenta de que todas las miradas estaban sobre mí y no precisamente por ser nueva y extranjera. La multitud estaba confundida y yo aún más. ¿Me miraban así por Suga? Habíamos llegados muy justos de tiempo y ya la mayoría de los estudiantes habían llegado.
Entré en el gran lugar y fui directa a mi clase.
                                                            _-_-_-_-_-_-
—Hemos recibido bastantes alumnos nuevos este año —comenzó el profesor después de presentarse—.  Me complace saber que alumnos extranjeros se han sentido atraídos por el nuevo programa. Pero creo que las presentaciones no son necesarias, con el paso del curso conoceréis a todos vuestros compañeros. Prefiero empezar a hablar de los libros electrónicos.
Al parecer Suga era mayor que yo, estábamos en cursos distintos. Estaba aliviada de no tener que presentarme enfrente de todos, por fin algo bueno me sucedía.
                                                            _-_-_-_-_-_-
Había llegado el descanso y la mayoría de mis compañeros permanecieron en clase. Juntaron unas mesas y con su grupo de amigos conversaban y desayunaban. Yo no tenía idea de a dónde ir, antes no había tenido problemas en encontrar mi clase pero no conocía absolutamente nada. Decidida salí de la clase y me escabullí entre la gente. Mi madre no me había preparado nada para comer, no tenía otra opción que comprar algo o moriría de hambre.
A unos metros lejos de mi reconocí el pelotón de gente, el instituto tenía un pequeño establecimiento de comida. Esperé a que la gente se esparciera y me acerqué para ver los comestibles. Mis ojos fueron directos a un donut bañado en chocolate blanco, parecía ser el último, debía darme prisa. Comencé a llamar a la señora para que pudiera atenderme pero esta no contestaba, estaba sentada concentrada en leer una revista. Genial.
¿Necesitas ayuda? —dijo una gentil y profunda voz. Me giré para ver que a mi lado estaba el chico más tierno que había visto antes. Una preciosa sonrisa en sus carnosos labios -que lograba hacer lucir sus ojos incluso más pequeños- alumbraba la habitación. Su piel y pelo eran perfectos, este se peinaba hacia atrás y lucia de lo más suave y cuidado. Su presencia era hermosa, daba una sensación de paz y amabilidad. Parpadeé varias veces mientras intentaba articular palabras. Él siguió mi mirada hasta el donut e hizo una graciosa mueca con los labios que logró sacarme una sonrisa—. ¿Precisamente quieres ese donut? Tenía muchas ganas de comprarlo.
Hizo un pequeño puchero y me sonrío. Llamó a la vendedora con una voz sorprendentemente alta y ella por fin se acercó. Compró el último donut y un zumo de frutas. Le quité importancia al asunto y decidí buscar otra cosa que comprar pero en ese momento sentí que alguien tocaba mi hombro con delicadeza.
Es para ti, por favor acéptalo —dijo sonriendo el hermoso chico, estiró el donut junto al zumo hacia mí y yo los tomé.
—Te lo pagaré —exclamé algo alarmada, no podía aceptarlo.
—Ni lo menciones, es un regalo —dijo mientras se rascaba suavemente la nuca. No podía expresar con palabras lo feliz que estaba en ese momento. Su sonrisa provocó la mía.
—Pero creí que lo querías… —murmuré intentando ocultar lo ruborizada que estaba.
—No siempre se consigue lo que se quiere, ¿no? —apuntó él—. Sin embargo, aún no sé tu nombre.
—Es _____ —expliqué rápidamente.
—Encantado, yo soy Namjoon —habló a la vez que metía sus manos en sus bolsillos.
—Namjoon, me has alegrado el día, gracias por la comida —le sonreí abiertamente, me sentía tan cómoda con él. Podía jurar que verlo en esa posición sin dejar de sonreír y con esas lindas facciones lo estaban haciendo brillar. Ni siquiera había notado lo alto que era, no podía apartar mis ojos de él.
—¡Rap Monster, vámonos! —gritaron en el fondo, seguramente sus amigos.
—Oh, nos vemos luego ____ —dijo por última vez para después correr hasta un grupo de chicos. Mientras se alejaba con ellos me sorprendió cuando giró su cabeza para mirarme por última vez. Namjoon sacudió su mano en forma de despedida. Lo imité y sonrió para volver a girarse hacia el frente. Mi corazón latía muy rápido puse mi mano en mi pecho ansiando calmarme.
Llevé mi mirada hasta el donut y sonreí, ahora estaba llena de confianza y nadie podía quitarme la felicidad que sentía en ese momento.
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Las clases habían acabado y yo no podía quitarme su sonrisa de la cabeza. En los cambios de clase lo había visto pasar varias veces por los pasillos pero estaba acompañado por sus amigos y me avergonzaba saludarlo. Al parecer era un chico muy sociable, todos buscaban su compañía, incluidas chicas y notaba una cierta admiración hacia él por parte de todos los estudiantes, incluidos mis compañeros.
Terminé de ayudar con la limpieza del salón y salí corriendo, a mis padres no les gustará que llegue tarde después de mi primer día.
—¡Hey _____! —rápidamente reconocí esa profunda voz, era Namjoon.
—Hola —sonreí mientras lo esperaba.
—Olvidé mencionártelo antes, daré tutoría a algunos alumnos extranjeros y me preguntaba si tú estarías allí —exclamó entrecerrando sus ojos, asentí y él sonrió.
—Mis padres me lo habían mencionado pero pensé que los profesores se encargaban  de eso.
—Y lo hacen pero tengo la mejor media en idiomas aquí y me gusta ayudar —dijo orgulloso mientras yo reía levemente.
—Eres genial Namjoon, ¿o debería decir “Rap Monster”? —pronuncié con una ceja enmarcada mientras sonreía. Él río, su risa era preciosa.
—Al parecer has escuchado mi apodo, puedes llamarme así, me gusta mucho cuando lo pronuncias con tu acento.
—¿Te burlas de mi acento? Mi inglés es perfecto —golpeé su brazo y él se quejó riendo.
Hasta mañana señorita —expresó él en un perfecto español.
Lo despedí agitando mi mano y cuando se alejó lo suficiente suspiré cerrando mis ojos.
El primer día perfecto. Gracias Namjoon.

♡About Me♡

Nombre: Ina
Fecha de Nacimiento: 7 de Abril del 2000. {14 años.
Lugar de Nacimiento: Argentina.
Residencia: España.
Signo Zodiacal: Aries.
Música: HipHop/Rap, R&B, K-Pop.
Comida Favorita: Donuts, chocolate blanco y sandía.
Idiomas: Español – Inglés.
Hábitos: Escuchar música las 24 horas del día y estar horas y horas navegando en Internet. Morderse las uñas y bailar continuamente en cualquier sitio. 
Hobbies: Hacer el vago, comer, dormir y ver animes.

 [ 사랑해 ]
 exo, bts, g-dragon,
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 kanyewest...

 and more... ♡

viernes, 22 de agosto de 2014

Capítulo 01. "Que molestia..."

1
—Entonces... —Comencé a hablar con un la voz temblorosa—. ¿No asistiré a un instituto internacional?
—No, por ahora no nos lo podemos permitir, cielo. —dijo mi madre—. Afortunadamente hay un programa extranjero en tu nuevo instituto y se te asignará un tutor del idioma.
—Pero mamá...
—Tenemos que ahorrar todo lo que podamos —intervino mi padre, intentando no perder la paciencia—. Empieza a organizarte las clases y los horarios.
                                                                ***
El fresco aire de la mañana me erizó la piel. Había dormido con la ventana abierta porque el calor por la noche en aquel nuevo lugar era insufrible. De un salto me paré de la cama y presté atención a mí alrededor. Han pasado dos semanas desde que llegamos a Corea del Sur e incluso el aire aún me parecía especial.
—Este no es el cuarto al que estaba acostumbrada —murmuré para mí misma mientras me dirigía a la ventana—. Ni tan poco las vistas a las que estaba acostumbrada.
Bufé y envié mi vista al despertador.
Me había levantado temprano. Apenas estaba amaneciendo fuera. Los nervios no me habían dejado pegar ojo en toda la noche. Quizás porque estaba emprendiendo una nueva vida en un lugar completamente incomparable a mi país o quizás porque hoy era mi primer día en un nuevo instituto y estaba aterrada. Ventajosamente mis padres habían ido ayer al instituto a arreglar cualquier imprevisto que hoy me causara problemas y hoy era oficialmente un día normal para mi allí.
Saqué el pulcro uniforme del armario y me lo puse. Era muy lindo, ayer me moría de ganas de probármelo pero mi madre había negado la petición señalando: "Puede arrugarse."
Ya en el baño me peiné casualmente con una trenza desarreglada a un lado y bajé lentamente las escaleras. No había nadie abajo así que decidí tomar un vaso de agua e irme sin desayunar.
                                                                ***
El camino se me hizo eterno, como podía estar tan lejos aquel lugar. Sinceramente, no estaba viviendo en el mejor barrio y agregarle que estaba lejos de mi instituto lo hacía el doble de malo.
Al llegar a la estación de autobuses me senté en un pequeño espacio que quedaba del largo banco a esperar mi bus, una señora que estaría entrando a la tercera edad me miró de forma cruel y reprensora. Cansada me levanté y le cedí mi puesto, mis pies palpitaban del agotamiento. Escuché unas risas ruidosas acercándose, eran chicos. Me fijé en sus uniformes, gracias a Dios no iban a mi instituto.
—¡Hey, tú, la chica extranjera! —gritó uno de ellos mientras me llamaba agitando una de sus manos hacia mí—. ¡Ven con nosotros!
Decidí ignorarlos y actuar como si no lo oyese. Tan solo eran unos estúpidos más, de esos hay en todo el mundo. Sin moverme ni un centímetro continúe esperando mi bus de pie.
—¿Estás ignorándonos? —No respondí.
Unos pasos se aproximaron ágilmente y sin dirigirle la mirada me mantuve inmóvil. Uno de ellos tomó mi brazo con fuerza y se acercó a mí de forma poco cortés.
—¿Quién te crees que eres? ¿Acaso no te enseñaron a contestar?
Hizo presión en mi brazo y contuve la respiración. Esta situación se sentía irreal, ahora oficialmente odiaba Corea. ¿Acaso nadie va a ayudarme? Intenté zafarme pero me fue inútil, los demás comenzaron a acercarse también y eran alrededor de cinco. Miré a mí alrededor y ya no quedaba ni un alma en la parada, lo que me faltaba, acababa de perder el bus.
—¡Te daremos la bienvenida a nuestra manera! —gritó mientras soltaba mi brazo y tomaba mi muñeca con objetivo de darme más desventaja.
De un momento a otro y de forma repentina una mano se posó en su hombro y con fuerza tiró de este hacia atrás haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas, la mochila consiguió amortiguar el golpe, si no hubiese sido así se habría golpeado la cabeza y habría tenido serios problemas.
Entonces fue cuando me fijé en el protagonista del movimiento.
Era algo alto, 1.76 si me ponía a calcular. Su pelo estaba revuelto pero era atrayente. Observé su rostro, un jodido ángel, esa era su perfecta descripción. Su uniforme era el mismo que él mío pero él lo llevaba de forma descuidada y con unos pendientes pequeños en su oreja que podría jurar que no estaban aprobados en nuestro instituto. Nuestros ojos se encontraron por una milésima de segundo pero cuando él apartó los suyos sin ningún tipo de interés sentí mi moral bajar.
—S-Suga... —pronunció uno de los chicos de antes mientras ayudaba a su amigo a incorporarse del suelo.
—¡Lo sentimos! —gritaron todos a la vez mientras se agachaban formando una reverencia hacía él. ¿Por qué se disculpaban con él y no conmigo? ¿Es una broma de cámara oculta?
Nunca en mi vida había estado tan callada y sorprendida.
¿Quién era ese sujeto?
Que molestia... —pronunció "Suga" con una voz muy grave, ronca y calmada y con una expresión totalmente vacía y seria que conseguía incomodarte a tal grado de mantenerte en un profundo silencio.
Los chicos se alejaron dejándonos solo a nosotros dos en el lugar.
Ya había perdido el primer bus, seguramente él estaba esperando el siguiente y aún era temprano. Se sentó sin decir ni una palabra y ni siquiera dirigirme la mirada.
Abrí el trozo de papel que mi padre me había entregado la noche anterior con la dirección. Después de tomar el autobús... ¿a dónde se supone que debo ir? no sabía el nombre de la calles y tampoco entendía el mapa de la estación.
Está bien, seré valiente por una vez en mi vida y se lo preguntaré a él. Incluso debo buscar el tono perfecto, ¿debería usar algo como voz "niña buena" o "odio vivir"? No creo que eso le importe... La verdad, no parece importarle nada.
—P-Perdona... Y-Yo... Creo que vamos al mismo lugar y —dije en un intento de voz firme pero al darme cuenta de que no llamaba su atención me detuve. Él estaba escuchando música con unos auriculares—. Soy tan estúpida...
El bus se detuvo justo delante de nosotros y ambos reaccionamos caminando hacia él. Él se sentó en los asientos de la parte de atrás para seguir escuchando música e ignorando completamente mi presencia. En el autobús no había casi nadie, solo trabajadores y algún estudiante madrugador como yo. Ocupé un asiento pegado a la ventana un poco más adelante para asegurarme de no mirarlo tanto.
Tomé la decisión de seguirlo, de todas formas, íbamos al mismo lugar.
                                                                ***
Ambos bajamos del autobús y él empezó a caminar a un paso acelerado sin ni siquiera pararse a notar a las personas de su alrededor. Intenté seguirle el paso a una distancia considerada, no quería hacerlo muy evidente, sería incómodo. De un momento a otro hizo un giro imprevisto a un callejón y se introdujo en este. Probablemente solo era un atajo y si no aceleraba el paso lo perdería.
Al girar para entrar al callejón me llevé una sorpresa que podría causar un paro cardíaco a cualquiera. Suga estaba de pie y con las manos en los bolsillos en el inicio de este, esperándome. Por las circunstancias de haber corrido hasta allí casi choco con él, así que estábamos a unos pocos centímetros el uno del otro. Prácticamente podía oler su aroma y rozarlo sin ni siquiera pedirlo. El me miraba fijamente y con una expresión intacta.
—¿Por qué me sigues? —masculló con malestar mientras esperaba mi excusa. Jamás me acostumbraría a su profunda voz.
¿Esperaba que le contestara con esa cercanía y mirándome con esos seductores ojos?

Prólogo.

                                                                        -No hables con nadie.
                                                                   -No mires a nadie.
                                                              -No vayas a ningún lado.
                                                         -No te sientes mal.
                                                    -No alces la mano.
                                               -No vayas al baño.
                                          -Y sobre todo NO destaques.
Ese había sido mi manual de supervivencia escolar hasta que entré en preparatoria. Pero eso se acabó, los amigos de siempre, el instituto de siempre y la vida de siempre se esfumaron cuando me trasladé a Corea del Sur. Dónde para mi mala suerte, los conocí.
Kim Namjoon, por fuera, un chico tranquilo, atrayente, pacífico, responsable y genial al que todos admiran e idolatran. Descubrí que la multitud lo llamaba "Rap Monster" y comprobé que hacía honor a su nombre cuando lo escuché rapear por primera vez. Fue cuando me reveló la otra cara de la moneda: indiferente, controlador e increíblemente honesto. Después estaba la ruina de las adolescentes, Min Yoongi, mejor conocido como Suga: un chico silencioso, talentoso, inteligente, atractivo y con estilo. Suga era fielmente lo que exhibía y a la gente le gustaba esa naturalidad en él. El problema era que a él no le gustaba la gente y tan solo hablaba con personas contadas con los de dedos de una mano.
Ambos eran amigos cercanos y por alguna confusa y simple razón les parecía "interesante".
Dos raperos enfrentados por una extranjera, ¿acaso puede salir algo bueno de eso?

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